sábado, 15 de marzo de 2008

Algo horrible nos ha pasado....

Cierto es que cuando tenemos un hijo no pensamos, o al menos ese fue nuestro caso, en un hijo diferente. Cuando aún está en la barriga ya estamos haciendo planes de cómo será, de qué haremos con él, cómo lo educaremos... sin caer en la cuenta de que la naturaleza tiene mucho que decir, y actúa, y nos hace a cada uno de nosotros distintos. La diferencia enriquece.

Sin embargo, ¿Por qué la diferencia de nuestro hijo no era enriquecedora?.

Nunca olvidaremos el día de tan ansioso diagnóstico. Por un lado fue como quitarnos una losa pesada que ya duraba un año y pico. La búsqueda de diagnóstico. Por otro lado, la ignorancia, la preocupación , la angustia, verte en frente de algo que te supera.

Todos esos primeros sentimientos que afloran en cualquier persona, empiezan a ser reforzados por la gente que te rodea. Los amigos, la familia, el entorno, toda la sociedad... Para la familia una tragedia acaba de ocurrir, en los amigos la compasión y el no querer hablar del tema, en el entorno corre como la pólvora que Dani tiene autismo, pues ya sabemos que las noticias "malas" vuelan... "Pobres Daniel y Mariola, lo que les ha tocado".

Es muy pobre y muy discriminatoria la concepción que tiene la sociedad de la diversidad funcional (discapacidad).

Aún a día de hoy no sabemos muy bien cómo salimos de ese círculo. Seguramente el ver a Dani es lo que cambió todo en nosotros. Ese darnos pena de nosotros mismos, el ver a nuestro hijo con una mirada diferente duró un mes.

Como he dicho, no sabemos por qué, Daniel y yo nos paramos... mirábamos a Dani , y seguía siendo el mismo niño que antes del diagnóstico, no había cambiado nada aunque desde fuera nos intentaran hacer ver que sí. Y creo que desde ese día volvimos a ver a Dani como un niño con derechos, con diversidad funcional, como es él, y con una vida tan digna como la de cualquier otro niño.

1 comentario:

Inma Cardona dijo...

Mis sentimientos han sido muy similares, supongo que esto nos pasa a muchos padres en esta situación. Recuerdo que le decía a una amiga, me paso el día fatal, dándole vueltas con ganas de llorar, de encerrarme... pero llego a casa y se me pasa todo, porque allí veo simplemente a Miguel, no a un diagnóstico. Cuando después de dos años de idas y venidas a un montón de profesionales me dieron el diagnóstico final, me puse contentísima, dije ya está, ahora hay que ponerse las pilas y trabajar. Esta misma amiga me decía, ¿cómo puedes estar contenta? Yo le decía porque para mi sigue siendo Miguel, ésto es sólo un punto de partida. Abrazos Inma