sábado, 15 de marzo de 2008

La primera torta....

El diagnóstico de Dani vino cuando iba a la guardería de la Universidad de Málaga. Ahí vivimos un espejismo. El curso y medio que allí pasó Dani, hasta que fue al colegio, nada tiene que ver con la realidad. En cuestión de días, Dani tenía una profesora dentro de su aula para él. "!Qué bien funciona la integración!" era lo que pensábamos.

Pero la realidad llega. Y sin avisar, que es lo peor.

Una persona de Educación visita a Dani en el cole, y nos aconseja un colegio concertado de nuestra zona que tiene aula de integración y aula específica. El colegio ideal para él, eso sí, nos insisten en la escolarización B (integrado en aula normalizada).

La gran ingenuidad que teníamos en ese tiempo, y el desconocimiento, llevó a que no hubiera nada por escrito.

Llega el mes de las matrículas y la hacemos. Salen las listas de admitidos y Dani no está... Pedimos razones y la contestación fue una torta en la cara: " No hay plazas para niños de especial". No era admitido por su diversidad funcional. En aquel entonces Educación Infantil era privado por lo que se suponía que admitían a quien querían. Empezamos las llamadas... y por supuesto que Daniel fue admitido. Pero esto sólo era el comienzo de lo que nos esperaba.

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